


FOTOGRAFÍAS PARA EL EMPERADOR - Felix-Jacques-Antoine Moulin
Bajo la dirección de Sylvie Aubenas
El Segundo Imperio (1852-1870) coincide con el auge espectacular de la fotografía. El retrato de estudio se convierte en una auténtica industria y se abren numerosas perspectivas: la cámara oscura acompaña cada vez más a viajeros y eruditos, difunde obras de arte antiguas y modernas, celebra campañas militares y grandes obras arquitectónicas. Napoleón III quiso que su reinado fuera el del progreso científico y social, el de la industria y las artes, el del redescubrimiento de la grandeza de Francia. La fotografía, como instrumento y como símbolo, se puso al servicio de esta ambición. Era el medio moderno que fijaría la imagen de un reinado moderno. A la voluntad del emperador correspondió la iniciativa de los fotógrafos: algunos álbumes fueron encargados por él mismo o por sus ministros, otros se publicaron gracias al apoyo financiero y otros se ofrecieron para atraer favores. La destrucción del palacio de las Tullerías y del castillo de Saint-Cloud por la Comuna en 1871 nos priva de una visión completa de la masa de fotografías acumuladas por los soberanos y su séquito.
Sin embargo, algunos ejemplares conservados, en particular de Compiègne y Fontainebleau, así como documentos de archivo, nos ofrecen una imagen bastante precisa. Por primera vez, la Bibliothèque nationale de France, heredera de las colecciones imperiales, presenta una exposición de estos álbumes, marcados no sólo por las solemnes dedicatorias y las suntuosas encuadernaciones, sino también por el cuidado puesto en la selección e impresión de las pruebas. Mientras que el arte oficial del Segundo Imperio vacilaba mucho entre la pompa y el pastiche, no había nada de eso en estas obras, fascinantemente intemporales y clásicamente modernas. Los fotógrafos favorecidos por el régimen estaban entre los más grandes. Aquí encontramos a Gustave Le Gray, Charles Nègre, los hermanos Bisson, Édouard Baldus, Adolphe Braun, Charles Aubry, Désiré Charnay, Léon Méhédin, Hippolyte Collard, Louis de Clercq y otros. Sus trayectorias individuales y artísticas han sido ampliamente redescubiertas en los últimos veinte años. Pero aún era necesario confrontar sus obras con las cuestiones políticas que les dieron origen para revelar una parte demasiado olvidada de su significado. Desde entonces, fotógrafos y autoridades han estado unidos por una certeza compartida: la fe en el valor testimonial y el poder de convicción inherentes a la imagen fotográfica.
Este libro se publicó con motivo de la exposición "Des photographes pour l'empereur. Les albums de Napoléon III", organizada por la Bibliothèque nationale de France y presentada en el recinto Richelieu, en la Galerie de photographie, del 18 de febrero al 16 de mayo de 2004.
Autores Sylvie Aubenas, Catherine Granger, Marie-Claire Saint-Germier
Rústica, 1 vol. (190 p.), ilustraciones en negro y color, 25 x 23 cm
Fecha de publicación 16/02/2004
ISBN/EAN 2-7177-2290-4 /9782717722901
Editores Bibliothèque nationale de France
Bajo la dirección de Sylvie Aubenas
El Segundo Imperio (1852-1870) coincide con el auge espectacular de la fotografía. El retrato de estudio se convierte en una auténtica industria y se abren numerosas perspectivas: la cámara oscura acompaña cada vez más a viajeros y eruditos, difunde obras de arte antiguas y modernas, celebra campañas militares y grandes obras arquitectónicas. Napoleón III quiso que su reinado fuera el del progreso científico y social, el de la industria y las artes, el del redescubrimiento de la grandeza de Francia. La fotografía, como instrumento y como símbolo, se puso al servicio de esta ambición. Era el medio moderno que fijaría la imagen de un reinado moderno. A la voluntad del emperador correspondió la iniciativa de los fotógrafos: algunos álbumes fueron encargados por él mismo o por sus ministros, otros se publicaron gracias al apoyo financiero y otros se ofrecieron para atraer favores. La destrucción del palacio de las Tullerías y del castillo de Saint-Cloud por la Comuna en 1871 nos priva de una visión completa de la masa de fotografías acumuladas por los soberanos y su séquito.
Sin embargo, algunos ejemplares conservados, en particular de Compiègne y Fontainebleau, así como documentos de archivo, nos ofrecen una imagen bastante precisa. Por primera vez, la Bibliothèque nationale de France, heredera de las colecciones imperiales, presenta una exposición de estos álbumes, marcados no sólo por las solemnes dedicatorias y las suntuosas encuadernaciones, sino también por el cuidado puesto en la selección e impresión de las pruebas. Mientras que el arte oficial del Segundo Imperio vacilaba mucho entre la pompa y el pastiche, no había nada de eso en estas obras, fascinantemente intemporales y clásicamente modernas. Los fotógrafos favorecidos por el régimen estaban entre los más grandes. Aquí encontramos a Gustave Le Gray, Charles Nègre, los hermanos Bisson, Édouard Baldus, Adolphe Braun, Charles Aubry, Désiré Charnay, Léon Méhédin, Hippolyte Collard, Louis de Clercq y otros. Sus trayectorias individuales y artísticas han sido ampliamente redescubiertas en los últimos veinte años. Pero aún era necesario confrontar sus obras con las cuestiones políticas que les dieron origen para revelar una parte demasiado olvidada de su significado. Desde entonces, fotógrafos y autoridades han estado unidos por una certeza compartida: la fe en el valor testimonial y el poder de convicción inherentes a la imagen fotográfica.
Este libro se publicó con motivo de la exposición "Des photographes pour l'empereur. Les albums de Napoléon III", organizada por la Bibliothèque nationale de France y presentada en el recinto Richelieu, en la Galerie de photographie, del 18 de febrero al 16 de mayo de 2004.
Autores Sylvie Aubenas, Catherine Granger, Marie-Claire Saint-Germier
Rústica, 1 vol. (190 p.), ilustraciones en negro y color, 25 x 23 cm
Fecha de publicación 16/02/2004
ISBN/EAN 2-7177-2290-4 /9782717722901
Editores Bibliothèque nationale de France
Bajo la dirección de Sylvie Aubenas
El Segundo Imperio (1852-1870) coincide con el auge espectacular de la fotografía. El retrato de estudio se convierte en una auténtica industria y se abren numerosas perspectivas: la cámara oscura acompaña cada vez más a viajeros y eruditos, difunde obras de arte antiguas y modernas, celebra campañas militares y grandes obras arquitectónicas. Napoleón III quiso que su reinado fuera el del progreso científico y social, el de la industria y las artes, el del redescubrimiento de la grandeza de Francia. La fotografía, como instrumento y como símbolo, se puso al servicio de esta ambición. Era el medio moderno que fijaría la imagen de un reinado moderno. A la voluntad del emperador correspondió la iniciativa de los fotógrafos: algunos álbumes fueron encargados por él mismo o por sus ministros, otros se publicaron gracias al apoyo financiero y otros se ofrecieron para atraer favores. La destrucción del palacio de las Tullerías y del castillo de Saint-Cloud por la Comuna en 1871 nos priva de una visión completa de la masa de fotografías acumuladas por los soberanos y su séquito.
Sin embargo, algunos ejemplares conservados, en particular de Compiègne y Fontainebleau, así como documentos de archivo, nos ofrecen una imagen bastante precisa. Por primera vez, la Bibliothèque nationale de France, heredera de las colecciones imperiales, presenta una exposición de estos álbumes, marcados no sólo por las solemnes dedicatorias y las suntuosas encuadernaciones, sino también por el cuidado puesto en la selección e impresión de las pruebas. Mientras que el arte oficial del Segundo Imperio vacilaba mucho entre la pompa y el pastiche, no había nada de eso en estas obras, fascinantemente intemporales y clásicamente modernas. Los fotógrafos favorecidos por el régimen estaban entre los más grandes. Aquí encontramos a Gustave Le Gray, Charles Nègre, los hermanos Bisson, Édouard Baldus, Adolphe Braun, Charles Aubry, Désiré Charnay, Léon Méhédin, Hippolyte Collard, Louis de Clercq y otros. Sus trayectorias individuales y artísticas han sido ampliamente redescubiertas en los últimos veinte años. Pero aún era necesario confrontar sus obras con las cuestiones políticas que les dieron origen para revelar una parte demasiado olvidada de su significado. Desde entonces, fotógrafos y autoridades han estado unidos por una certeza compartida: la fe en el valor testimonial y el poder de convicción inherentes a la imagen fotográfica.
Este libro se publicó con motivo de la exposición "Des photographes pour l'empereur. Les albums de Napoléon III", organizada por la Bibliothèque nationale de France y presentada en el recinto Richelieu, en la Galerie de photographie, del 18 de febrero al 16 de mayo de 2004.
Autores Sylvie Aubenas, Catherine Granger, Marie-Claire Saint-Germier
Rústica, 1 vol. (190 p.), ilustraciones en negro y color, 25 x 23 cm
Fecha de publicación 16/02/2004
ISBN/EAN 2-7177-2290-4 /9782717722901
Editores Bibliothèque nationale de France